LOS COMIENZOS DE LA HUMANIDAD
Para los griegos, el tema del origen de la Humanidad
no tenía mayor importancia: Consideraban que los hombres habían surgido del
barro, como el resto de seres vivos. No consideraban al hombre como una especie
más, sino como un linaje, el de su tribu o pueblo; el resto de tribus no
merecían ser llamados hombres. Por ello, los mitos relativos al origen de la
Humanidad son regionales, y no implican la extensión del linaje fuera de esa
región. El nuevo concepto del hombre como especie, que Platón ya empezó a
plantear, introdujo pequeñas modificaciones en la mitología.
PROMETEO
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TICIO
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Encadenado al monte Parnaso: aire libre
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Encadenado a una roca en el Tártaro: ambiente
infernal, cavernoso
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Águila
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Buitre
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Suele estar de pie, sujeto a la roca
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Suele estar tumbado, aunque encadenado a la
Roca
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Pueden aparecer otros elementos, como la
antorcha caída
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No hay otros elementos asociados
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Copa del s. VI a.C.
Prometeo de Rubens

Pandora
La figura de Pandora personifica el mito de la mujer
como perdición del hombre, y como perdición de la
Humanidad entera. Por lo que sabemos, su leyenda puedo
haber tenido un origen oriental.
Zeus, deseoso
de castigar a los hombres, creó a la mujer y le insufló la vida, colmándola de
múltiples dones divinos: En cargó a Hefesto que modelase una figura femenina
con barro y agua, inspirándose en las diosas. Después se le infundió la vida, y
cada uno de los dioses del Olimpo le dio un don. El último de ellos fue Hermes,
al cual ordenó Zeus que enseñase a la mujer todo el arte de la retórica, la
oratoria, los argumentos falaces y la curiosidad. Una vez hecho esto, le puso
el nombre de Pandora (“la que tiene
todos los dones”), le dio una jarra que contenía todos los males del
mundo, con la orden de que jamás la abriera, y la envió junto a los hombres.
Creazione di Pandṓra (✍ 475-425 a.C.)
Cousin , Eva
prima Pandora.
Velázquez, serie
de frescos del Salón de los Espejos, Real Alcázar de Madrid
Licaón y el Diluvio
Universal: Deucalión y Pirra
Otro intento de Zeus de acabar con la Humanidad es el
mito de Licaón, uno de los hombres más antiguos, hijo de Pelasgo, primer hombre
de la Arcadia. Licaón recibió a Zeus (disfrazado de viajero) y como signo de
hospitalidad sacrificó un animal y un niño en su honor, poniéndole para comer
la carne de ambos (Parece ser que la costumbre de los sacrificios humanos y el canibalismo
se mantuvo en la Arcadia hasta época histórica).
Zeus, horrorizado por el salvajismo de Licaón, lo
transformó en lobo (de ahí su nombre), y después reunió a los dioses y acordó
con ellos enviar un Diluvio Universal (trad mesopotámica) para exterminar la
salvaje raza humana.
Sin embargo, era necesario que una pareja se salvase y
pudiese repoblar la tierra: Los elegidos fueron Deucalión, hijo de Prometeo, y
Pirra, hija de Epimeteo y Pandora. Parece ser que fue el propio Prometeo el que
les aconsejó que construyesen una balsa antes de que cayera el Diluvio.
Rubens
Historia de la
Humanidad habría pasado por cuatro edades:
Edad de Oro
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Edad de plata
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Edad del Cobre:
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Edad del Hierro:
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Los hombres eran absolutamente felices y tenían todo lo que
necesitaban, sin desear nada más. No existían las estaciones y la gente iba
desnuda.
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Se crean las estaciones y los trabajos relacionados
con ellas. Hay que arrancarle a la tierra sus riquezas. Se ha hablado de una
especie de “Neolítico feliz”, basado en la agricultura, la navegación, etc.
Muy raramente representada, generalmente cuando aparecen las cuatro edades
formando un ciclo.
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Algunos tratadistas la dividían entre Edad del Cobre y Edad de los
Héroes.
Realmente es
una buena representación de nuestra Edad del Bronce (II milenio a.C.).
Existen las
guerras, pero no la perversidad (época de los
grandes héroes: Guerra de Troya).
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Coincide también más o menos con nuestra Edad del
Hierro: Época Oscura y Período Geométrico. Surgen los males del género
humano: las envidias, las rencillas, las injusticias, el odio, la maldad… No
hay reglas. Así se considera que es el momento presente.
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Triunfo de la Divina Providencia (detalle),
1633-39, fresco. Palacio Barberini, Roma. Obra de Pietro da Cortona
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